Llamamos Sadhana al conjunto de técnicas psicoyóguicas que deben realizarse con disciplina, constancia y anhelo de plenitud. En el viaje a la realización se va pasando de una práctica muy simple a una más profunda y comprometida. La perseverancia es indispensable. Todos los aspirantes espirituales de todos los credos tienen su sadhana específica siendo la oración y la meditación común a todos.
Los Maestros sostienen que la Sadhana es todo en la vida porque cada acto, pensamiento o palabra es un paso que nos acerca a Dios o nos aleja de Él. La práctica espiritual conduce al desapego y a la verdad última y esencial; somos seres divinos viviendo una experiencia humana, la paz es nuestra verdadera naturaleza.
Es a través de este proceso que se ensancha la visión y se intensifica la experiencia entusiasmando al alma. Un carácter firme es esencial para no caer en frivolidades y mantenernos despiertos y lúcidos durante el camino.
Podemos ganar la entrada a la puerta de Vaikunta o autorrealización mediante la pronunciación de la contraseña correcta. La continua repetición del nombre de Dios, la meditación, el servicio y los cantos devocionales logran llevarnos de una experiencia primitiva o mediocre a una más elevada.
Varios maestros de Yoga serios y reconocidos resaltaron tres elementos determinantes en la sadhana diaria. Uno de ellos es la repetición constante del nombre divino o namasmarana porque tiene el poder de purificar la mente ayudando a trascender los pensamientos negativos. Otro es el cultivo de las virtudes divinas -paz, amor, verdad, rectitud, no violencia-, que nos ayudan a lograr la pureza de pensamiento, palabra y acción. Finalmente, la espiritualización de nuestras acciones que se logra cuando aseveramos que somos instrumentos en las manos de Dios y le ofrecemos a Él los frutos de nuestros actos. Además de lo mencionado, es oportuno empezar cada día con gratitud por la oportunidad de vivir una nueva jornada, este acto es en sí mismo una plegaria.
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